sábado, 14 de mayo de 2011

TEATRO DEL SIGLO DE ORO (II)







E) Lope de Vega.


Se trata del autor no sólo más famoso de todo el Siglo de Oro, sino también de dramaturgo que puso las bases de ese teatro, puesto que instauró los tres actos como norma y justificó buena parte de los elementos consustanciales del drama barroco en su célebre Arte nuevo de hacer comedias. Algunos de los puntos más relevantes de su obra son los siguientes:
• El popularismo se advierte en la elección y el tratamiento de los temas en los que se inspira, en el exaltado vitalismo de los personajes y en la concepción apasionada de la vida.
• El lirismo de su lenguaje dramático se manifiesta en el ritmo y la musicalidad del verso, en la expresividad poética de la palabra. Lope siempre pretendió un lenguaje apropiado a la situación y a personaje, pero también comprensible por los espectadores. Las canciones y villancicos incluídos en sus obras son una muestra excepcional de la vena lírica del Lope dramaturgo.
• El dinamismo se percibe en la rapidez con la que se desarrolla la acción, propiciada por una sucesión de escenas que no dan respiro ni al personaje ni a espectador.
Aunque no se conoce con exactitud de número de obras de Lope, se estima en no menos de cuatrocientas, en su mayoría comedias de tres actos sobre los más variados temas que pueda imaginarse. Las mejores, no obstante, son las costumbres y de carácter (El perro del hortelano, El acero de Madrid, La moza del cántaro, El villano en su rincón y la dama boba, entre otras) y las de historia y leyendas españolas (El mejor alcalde, el rey; Peribáñez y el comendador de Ocaña; Fuenteovejuna y El caballero de Olmedo. Las primeras destacan por la fuerte personalidad de las damas y por los desenlaces felices. Las segundas, en cambio, tratan de asuntos de honra y honor, relacionados con el abuso del poder de una autoridad injusta. Sus finales, al contrario que las anteriores, son trágicos.

F) Tirso de Molina.




El más brillante de los seguidores de Lope cultivó la prosa, la poesía y el teatro. Los méritos de su teatro se centran en el acertado retrato psicológico de los personajes, la calculada dosificación de la intriga, la comicidad de las situaciones, el tono burlesco, la riqueza expresiva del lenguaje y el gusto por la ironía y los juegos de palabras. Se conservan unas ochenta obras teatrales, que podemos dividir en:

• Dramas religiosos: La venganza de Tamar o El condenado por desconfiado.
• Dramas históricos: La prudencia en la mujer.
• Comedias de carácter: El vergonzoso en palacio y Marta la piadosa.
• Comedias de enredo: Don Gil de las calzas verdes y La villana de Vallecas.
• Comedias mitológicas y autores sacramantales.
Curiosamente, su obra más popular es difícil incluirla en una de esas categorías. En efecto, El burlador de Sevilla es la comedia que da pie al mito de don Juan, que funde dos leyendas de origen popular: la del galán libertino, ya presente en el Romancero tradicional, y la del individuo que invita a cenar a un difunto (una calavera o una estatua), contenida en un cuento folclórico europeo. Don Juan simboliza a sexualidad desenfrenada, la llamada de la carne, el engaño y el sacrilegio.

G) Pedro Calderón de la Barca.
El tercer gran nombre del teatro barroco es el de Calderón. Su tarea consiste en desarrollar al máximo las posibilidades contenidas en la comedia de Lope de Vega, hasta conducirla a su plenitud. El lenguaje dramático del primero es más elaborado y artístico, y su arquitectura teatral más sólida. Además, tiene una proyección mayor: es más aristocrático y a la vez más universal por los temas que trata. La simplificación de la trama y la reducción del número de personajes suponen una estilización de la comedia y, como consecuencia de ésta, los personajes están más perfilados e individualizados que los “tipos” anteriores, con una hondura psicológica y una complejidad antes desconocida.
El sentido del orden, la estilización y a intensificación son las notas más
características de su teatro. El orden se hace patente en la rigurosa claridad de la estructura de planteamiento, nudo y desenlace de los conflictos dramáticos, asó como en la disposición piramidal y emparejamiento antitético de los personajes secundarios, subordinados al protagonista. Este afán de orden e también se evidencia en aquellos personajes que, atormentados pero reflexivos, luchan por sobreponerse al caos de su existencia y a los antagonismos y pasiones que interiormente los desgarran. Los monólogos, tan frecuentes e importantes en sus comedias, constituyen el cauce elegido por Calderón para expresar ese íntimo anhelo.
Calderón escribió ciento veinte obras de teatro entre comedias, autos sacramentales, entremeses, loas y jácaras. Sus representaciones exigían un gran despliegue escenográfico (tramoyas, decorados, luces y música), lo que llevó la escena barroca a una gran complejidad. Sus obras se han clasificado según la siguiente tipología:
• Dramas de honor y celos: El médico de su honra, El pintor de su deshonra, A secreto agravio, secreta venganza.
• Dramas de historia y leyendas españolas: El alcalde de Zalamea.
Dramas teológicos: La devoción de la cruz, El príncipe constante y el mágico prodigioso.
• Dramas filosóficos: La vida es sueño.
• Comedias de costumbres: La dama duende y Casa de dos puertas, mala es de guardar.
• Comedias mitológicas: La hija de aire y La estatua de Prometeo.
• Autos sacramentales: El gran teatro del mundo, La cena del rey Baltasar y La devoción de la misa.

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