sábado, 14 de mayo de 2011

EL SIGLO DE ORO (I)




3. – El Siglo de Oro. (I)


A) Miguel de Cervantes.

Miguel de Cervantes (1547 – 1616) fue, además de un extraordinario novelista, un gran escritor teatral. En 1615, el mismo año que edita la segunda parte del Quijote, se publica sus Comedias y entremeses. Se trata de ocho comedias - hay que aclarar que en esa época se llama comedia a toda obra dramática, sea trágica o cómica-, divididas en tres actos, según el modelo que había impuesto con éxito Lope de Vega. Todas ellas están escritas en verso y destacan Los baños de Argel y La gran sultana, en las que hay un tema autobiográfico de su cautiverio africano, El rufián dichoso, de ambiente picaresco y Pedro de Urdemalas.
Los entremeses son ocho pequeñas joyas de la literatura, donde se revela como un consumado maestro de la sátira y el humor. El lenguaje dialogado, enraizado en el habla popular, constituye un ejemplo de espontaneidad y gracia, frescura e ironía. Los tipos creados por Cervantes (alcaldes, jueces, aldeanos, fanfarrones…) proceden de la realidad más inmediata y viva. El matrimonio, e honor, el poder, los prejuicios morales y sociales y el juego de apariencia y realidad, son sus temas preferidos. Dos de ellos están escritos en verso: El rufián viudo y La elección de los alcaldes. El resto están en prosa: El juez de los divorcios, El retablo de las maravillas, El viejo celoso, etcétera.

B) La comedia barroca.

El teatro se convirtió a finales del siglo XVI y durante todo el siglo XVII en la diversión

preferida de los españoles. Hay, en el teatro áureo, una enorme variedad temática, puesto que los dramaturgos escogen sus temas de los más variados lugares: la religión, la historia, la mitología, a leyenda, la magia, el folclore, la vida cotidiana… Esa misma variedad conlleva así mismo una no menos extensa tipología a la hora de clasificar las comedias: dramas históricos, heroicos, legendarios, político-sociales, de honor y celos, religiosos, mitológicos, palaciegos, pastoriles, caballerescos, etc. Además de las comedias propiamente dichas se cultivaron otros géneros menores como el auto sacramental, el entremés, la loa, la mojiganga, etc.

Las obras estaban divididas en tres actos, llamados jornadas en la época, y cada uno de ellos coincidía con los tres momentos característicos de la trama: planteamiento, nudo y desenlace. Cada jornada, por su parte, se organizaba en escenas y los cambios de cada una de éstas se indicaban mediante breves acotaciones. Todas las comedias están escritas en verso, agrupados en metros de distinta medida, tanto populares y tradicionales (octosílabos) como cultos (endecasílabos), formando diferentes combinaciones. El lenguaje va de más refinado lirismo a la expresión popular.
La comedia barroca española prescinde de las unidades de acción, tiempo y lugar y, además, mezcla lo trágico con lo serio. Por otra parte, los personajes aparecen caracterizados como tipos sociales, es decir, responden a un mismo esquema o patrón psicológico fijo, que no sufre evolución en general. Los tipos que se repiten de una obra a otra de manera constante son los siguientes:

El personaje del rey puede aparecer como rey viejo o como rey galán. El primero es prudente y encarna a justicia; e segundo soberbio y arbitrario en el ejercicio del poder. En todo caso es una figura inatacable en los escenarios.
• El poderoso es un noble soberbio que, impulsado por una pasión destructiva, actúa como agente perturbador del orden social y moral, por lo que pagará caro sus excesos.
• El caballero se identifica con el padre, el esposo, el hermano o el galán de la mujer ofendida; representa a un grupo social y defiende el orden de valores existente.
• El galán es una síntesis de apostura física, integridad mora, idealismo, valentía y constancia en el amor.
• La dama, joven soltera o esposa, reúne las cualidades de belleza interior y exterior; actúa por amor o en defensa del honor, mostrándose con iniciativa propia, aunque el papel dramático de la mujer se subordina al del hombre.
• El gracioso o donaire, encarnado por el criado, lleva la parte cómica del drama barroco.
• El villano se identifica con el campesino rico de aldea, modelo de dignidad fundada en la limpieza de sangre; es el símbolo de honor y a honra. El pueblo se reconoce en las virtudes de villano.

C) Los espacios teatrales.
Como dijimos antes, las representaciones teatrales e hacían en las iglesias, palacios o en la calle, al aire libre, sobre escenarios montados en carros. Sin embargo, a partir de finales del siglo XVI el espacio teatral se desplaza a los corrales. Estos disponían de un tablado o escenario, dividido verticalmente en seis o nueve huecos. Corriendo a cortina de un hueco, el tablado se podía transformar en una habitación, un balcón, un jardín, una calle, un castillo, un monte o un barco. Disponía además de escotillones a ras de suelo, que sugerían las puertas del infierno por donde subían y bajaban los demonios y los condenados. Hoy en día sólo se conservan dos de los viejos corrales: el de Almagro (Ciudad Real) y no hace mucho restaurado de Alcalá de Henares (Madrid)
El espacio de los corrales de comedias reservado al público reproducía la estratificación de la sociedad del momento. Los aposentos y desvanes ocupaban los laterales y la parte alta de los corrales, y estaban reservados para la realeza, la nobleza y os clérigos. El pueblo, separado por sexos, disponía de la parte baja de los corrales, formada por el patio, el graderío y la cazuela. Durante las representaciones, el público solía exteriorizar su satisfacción o desagrado de manera muy ruidosa.


D) Empresarios, actores y representación.

Los empresarios compraban las obra a los dramaturgos –de hecho, la palabra “autor” designa al propietario de la obra, no a su autor- y ponían los medios para la representación, que se anunciaban públicamente con carteles y que daban comienzo después de mediodía –para aprovechar a luz natural –y duraban unas dos horas y media o tres. La sesión solía dar comienzo con una loa para atraer la atención del público y entre cada uno de los actos se intercalaban entremeses, danzas, bailes y música.
Cada compañía estaba dirigida por el “autor”, contaba con unas cincuenta comedias como repertorio y podía tener un número variable de actores. Según el número recibía nombres como bululú, ñaque, gangarilla, cambaleo, garnacha, mojiganga, farándula y compañía. Los buenos actores eran idolatrados por el público, y contamos con fuentes que atestiguan la gran calidad interpretativa de muchos de ellos, que conjuntaban a la perfección la voz, e gesto y el movimiento escénico.


Son muchísimas las páginas dedicadas al teatro de nuestro Siglo de Oro en no pocas instituciones universitarias, bibliotecas y gobiernos de varias autonomías. Entre algunas de ellas, cabe mencionar al Grupo de Investigación del Siglo de Oro (GRISO) de la Universidad de Navarra, el corpus de obras dramáticas de la Universidad de Arizona o el de la Universidad de Quebec en Canadá:



www.unav.es/griso



www. coh.arizona/spanish/comedia/escomedi.html


www.uqtr.uquebec.ca/TEATRO/teatro.html





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